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El trasplante de riñón es un paso crucial para las personas con enfermedad renal crónica, ya que les permite recuperar en gran medida su calidad de vida y reducir su dependencia, pero este proceso no termina con la cirugía. La adaptación al nuevo órgano requiere una recuperación progresiva, en la que la rehabilitación física juega un papel clave para mejorar la fuerza, la resistencia y el bienestar general del/la paciente.

Un programa de ejercicio adecuado no solo ayuda a fortalecer la musculatura y mejorar la función cardiovascular, sino que también reduce el riesgo de complicaciones y favorece una mejor integración del riñón trasplantado.

En este artículo, desde ALCER Turia, te explicamos la importancia de la rehabilitación física tras un trasplante renal, cuándo debe iniciarse, qué ejercicios son los más recomendados y qué precauciones deben tomarse para garantizar una recuperación segura y efectiva.

¡Sigue leyendo y descubre más!

¿Por qué es importante la rehabilitación física tras un trasplante renal?

La rehabilitación física desempeña un papel clave en la recuperación de un trasplante renal, ya que ayuda a mejorar la sintomatología, el pronóstico y las capacidades funcionales de los/las pacientes trasplantados/as lo antes posible. Un proceso de recuperación adecuado no solo acelera la adaptación al nuevo riñón, sino que también impacta directamente en su calidad de vida, permitiéndoles recuperar autonomía, funcionalidad  y bienestar.

Además, es importante destacar también el papel de la rehabilitación física antes del trasplante. Llegar en las mejores condiciones físicas al procedimiento ayuda a mejorar el pronóstico de los efectos del encamamiento, tanto durante la cirugía como del postoperatorio, que provoca pérdida de fuerza muscular, disminución de la capacidad aeróbica y alteraciones en el sistema respiratorio y cardiovascular. A lo que se suman los efectos secundarios de la medicación inmunodepresora vitalicia, los cuales influyen en el sistema musculoesquelético.

En términos generales, podemos resumir en cinco puntos los beneficios de la rehabilitación física tras un trasplante renal:

  • Recuperación de la fuerza muscular: El encamamiento tras la cirugía provoca pérdida de masa y fuerza muscular, afectando la movilidad y autonomía. La rehabilitación física es clave para recuperar progresivamente la funcionalidad muscular, mejorando la resistencia y facilitando la vuelta a las actividades de la vida diaria.
  • Reducción del riesgo de complicaciones metabólicas y cardiovasculares: los/las pacientes renales presentan un mayor riesgo de desarrollar problemas como la obesidad, diabetes e hipertensión, y su capacidad aeróbica se ve afectada tras la intervención. La actividad física mejora la función cardiovascular y reduce la morbimortalidad asociada a la enfermedad renal.
  • Favorecer la cicatrización y prevenir complicaciones postoperatorias: La recuperación física contribuye a una mejor cicatrización y reduce el riesgo de adherencias que puedan afectar la zona abdominal. Los tiempos de rehabilitación para un abordaje manual siempre van a variar según el estado de cada persona, el curso de su recuperación y siguiendo las pautas del nefrólogo o cirujano.
  • Prevención del sedentarismo y enfermedades asociadas: Mantenerse activo después del trasplante es fundamental para evitar problemas asociados al sedentarismo como la obesidad, la diabetes y dislipemias. Además,ayuda a establecer hábitos de vida saludables, reduciendo el riesgo de enfermedades metabólicas y mejorando el bienestar a largo plazo.
  • Mejora de la calidad de vida y bienestar general: este es el objetivo principal de la rehabilitación física. Recuperar la capacidad aeróbica y la tolerancia al ejercicio permite reducir la fatiga y mejorar la autonomía, su funcionalidad y eficiencia en la vida diaria. Además, el ejercicio favorece un mejor descanso y tiene un impacto positivo en la autoestima, ayudando a sentirse mejor.

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Cuándo comenzar la rehabilitación física tras el trasplante renal

El inicio de la rehabilitación física tras un trasplante renal varía en cada paciente, ya que depende de múltiples factores, aunque debe ser lo más precoz posible siguiendo las pautas médicas.

Pueden influir distintos aspectos como el estado físico previo a la cirugía, la evolución postoperatoria, la ausencia de complicaciones como el rechazo de trasplante, infecciones y la tolerancia a la medicación inmunosupresora para determinar el momento adecuado para comenzar la actividad física. Cada caso es diferente, por lo que es fundamental una evaluación individualizada de cada persona.

Si todo evoluciona favorablemente, sin complicaciones y con buena tolerancia a la medicación, generalmente la rehabilitación  física activa puede iniciarse alrededor del primer mes tras la intervención. Sin embargo, el momento exacto siempre debe ser determinado por el cirujano y el nefrólogo, ya que son los especialistas que mejor conocen el estado del/la paciente antes y después del trasplante. Son ellos quienes mejor pueden valorar la estabilidad del injerto, la capacidad de la persona para realizar actividad física y la presencia de otros factores de riesgo que pueden condicionar su estado físico.

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Fases de la rehabilitación física tras el trasplante renal

La rehabilitación física tras un trasplante renal consiste en un proceso progresivo y estructurado para garantizar que cada paciente recupere su condición física de forma segura y efectiva. No se trata solo de volver a moverse, sino de reacondicionar el cuerpo para tolerar el esfuerzo físico, mejorar la masa muscular y prevenir complicaciones derivadas del sedentarismo y de la propia enfermedad renal. Este proceso debe realizarse de manera controlada y adaptada a cada persona, siempre bajo la supervisión de profesionales de la salud.

Para ello podríamos, a grandes rasgos, dividir la rehabilitación en tres fases principales:

Reacondicionamiento físico

Una vez que la cicatriz quirúrgica ha cicatrizado adecuadamente y el/la paciente ha recibido la autorización médica, se comienza con un periodo de reacondicionamiento físico para readaptar las capacidades físicas lo antes posible.

Esta primera fase es esencial, pues tiene como objetivo principal ayudar a la persona a recuperar la tolerancia al ejercicio y la movilidad, permitiéndole retomar de forma progresiva la actividad física, reincorporarse a su rutina diaria y, en algunos casos, volver a su actividad laboral con mayor seguridad, funcionalidad y bienestar.

Así pues, se trabaja en la ganancia de masa muscular, la mejora de la resistencia, la tolerancia a la fatiga y el fortalecimiento general del organismo, adaptando siempre el nivel a las capacidades individuales de cada paciente, evitando fatiga extrema y posibles complicaciones del proceso quirúrgico y la propia enfermedad renal.

Readaptación

Cuando ya ha recuperado una buena tolerancia al ejercicio y ha mejorado su condición física, se inicia la fase de readaptación.

En este punto, se establece una rutina de ejercicios más estructurada y adaptada a sus capacidades y objetivos, con el fin de fortalecer el sistema cardiovascular, mejorar la resistencia a la fatiga y potenciar la autonomía y funcionalidad. El objetivo es que el ejercicio se traduzca en una mejora de sus capacidades y actividades diarias, promoviendo una mayor independencia y autonomía.

Mantenimiento

En la última etapa, una vez readaptado al ejercicio y las actividades de su vida diaria, los/las pacientes entran en la fase de mantenimiento, la cual consiste en adaptar el entrenamiento para garantizar una buena salud a corto, medio y largo plazo.

En esta fase, el objetivo principal es consolidar los avances logrados en las etapas previas y mantener un nivel de actividad física adecuado que favorezca el bienestar general y la autonomía e independencia en las tareas diarias.

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Ejercicios recomendados para pacientes trasplantados

La práctica de ejercicio tras un trasplante renal es fundamental para mejorar la calidad de vida del/la paciente, pero siempre debe estar adaptada a su estado físico, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde la cirugía y la fase del proceso de rehabilitación en la que se encuentra. No todos los ejercicios son adecuados en todas las etapas, por lo que es imprescindible que la intensidad y la carga de trabajo sean progresivas, supervisadas por un profesional y adaptadas a cada individuo.

Algunos de los ejercicios más recomendados para pacientes trasplantados son:

  • Ejercicio aeróbico: como caminar o trotar (según la tolerancia y el tiempo transcurrido desde la cirugía), tanto al aire libre como en la cinta de correr, bicicleta estática o elíptica para evitar caídas. Si la cicatriz ha sanado completamente, la natación también puede ser una excelente opción de ejercicio aeróbico por su bajo impacto y los beneficios globales que aporta.
  • Ejercicios de fuerza: se puede trabajar la potenciación muscular con bandas elásticas, pesas ligeras o ejercicios con el propio peso corporal para recuperar la fuerza muscular  y mejorar el tono y la funcionalidad en brazos, piernas y core.
  • Ejercicios de movilidad: puede tratarse tanto de ejercicios de movilidad global con el propio peso corporal, como con bandas de poca resistencia para trabajar la movilidad articular, restaurar la capacidad funcional y mejorar el rango de movimiento.
  • Ejercicios de flexibilidad y equilibrio: estiramientos musculares tanto globales como analíticos para mejorar la relajación y la elasticidad de músculos específicos. También se recomienda incluir ejercicios de equilibrio y estabilidad, como apoyos monopodales o actividades que trabajen el control postural. Disciplinas como yoga o pilates adaptado pueden ser beneficiosas, siempre con mayor precaución en la zona abdominal en las primeras fases.
  • Ejercicios respiratorios: las técnicas de respiración profunda y controlada son recomendadas desde el postoperatorio inmediato hasta la fase de rehabilitación avanzada, ya que contribuyen a la capacidad pulmonar y la recuperación de la calma tras el esfuerzo físico.

Es importante recalcar que todos estos ejercicios deben adaptarse a las capacidades de cada persona, ajustando tiempos, intensidad y progresión según el curso de su proceso. La clave es avanzar de forma segura, pasando de ejercicios más simples a más complejos y de menor a mayor intensidad, asegurando siempre que el ejercicio sea beneficioso y acorde a las necesidades individuales y adaptada a sus objetivos personales.

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Precauciones importantes durante la rehabilitación física de trasplante renal

Durante la rehabilitación física tras un trasplante renal, es fundamental tomar ciertas precauciones para evitar posibles complicaciones y garantizar una recuperación segura

Como hemos explicado anteriormente, la actividad física debe ser progresiva, adaptada a las capacidades de cada persona y supervisada por profesionales. Así pues, también existen otros aspectos clave a considerar:

Controlar la fatiga

Los/las pacientes sufren una reducción en su capacidad física y cardiorrespiratoria tras el trasplante renal, especialmente en las primeras fases de la rehabilitación, lo que afecta a su tolerancia a la fatiga. 

Es importante que el ejercicio no genere un agotamiento excesivo que pueda comprometer su calidad de vida. Para evitarlo, se recomienda iniciar con ejercicios de intensidad baja o media y ajustar la carga gradualmente en función de la respuesta individual y su evolución. Así pues, también se pueden incluir descansos intermitentes durante las sesiones para favorecer la recuperación y evitar sobreesfuerzos. 

Evitar herniaciones

Aunque la rehabilitación no comienza hasta que el cirujano y el nefrólogo han verificado una correcta cicatrización, sigue existiendo un riesgo de herniaciones, especialmente en la zona de la incisión quirúrgica

La pared abdominal necesita tiempo para fortalecerse, por lo que es fundamental evitar movimientos bruscos, sobrecargas o ejercicios que ejerzan una presión excesiva sobre el área intervenida. Por eso, durante las primeras fases, se recomienda realizar ejercicios controlados, sin impactos ni esfuerzos intensos en la zona abdominal, y progresar de manera paulatina para prevenir complicaciones.

Tener cuidado con distensiones y compresiones abdominales excesivas

Es importante no realizar ejercicios que impliquen una distensión o compresión abdominal muy intensa, especialmente en los primeros estadios de la rehabilitación, ya que esto puede generar molestias, afectar la recuperación de los tejidos y hasta provocar eventraciones. 

Se debe trabajar en rangos de movimiento controlados y progresivos, evitando cualquier ejercicio que ejerza una presión excesiva sobre el abdomen. Y, a medida que el paciente avanza en la rehabilitación, se pueden incluir movimientos más amplios, siempre priorizando una ejecución segura y respetando la evolución de cada persona.

Manejo de cargas 

Levantar pesos excesivos puede comprometer la estabilidad del/la paciente y generar molestias en la musculatura. Por eso, el trabajo de fuerza debe realizarse con precaución para evitar lesiones musculoesqueléticas o sobrecargas innecesarias que puedan repercutir negativamente en su calidad de vida

Se recomienda comenzar con ejercicios de fortalecimiento utilizando bandas elásticas o pesas ligeras y, en función de la evolución, aumentar progresivamente la carga. Es fundamental que el nivel de peso esté adaptado a las capacidades individuales de cada paciente y que la progresión se realice de manera controlada, asegurando que la musculatura se fortalece minimizando el riesgo de lesiones.

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David Garrido

Contenido supervisado por David Garrido López

Fisioterapeuta del equipo multidisciplinar de Alcer-Turia

Graduado en Fisioterapia y Máster Oficial en Fisioterapia Manipulativa Articular y Técnicas de Tejidos Blandos y Osteopatía en la Universidad de Almería. Colegiado en el Ilustre Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana (ICOFCV). Entre su experiencia laboral destaca su trabajo con pacientes neurológicos, geriátricos y deportivos. Además, cuenta con varios cursos de fisioterapia (como el de inhibición al dolor o pilates de suelo aplicado a patología).

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Cada paciente necesita un diagnóstico y procedimiento individualizado dependiendo de la fase de enfermedad renal en la que se encuentre. Si quieres uno ajustado para ti, nuestro fisioterapeuta de ALCER Turia puede ayudarte a diseñar un plan de ejercicios personalizado y resolver todas tus dudas sobre el programa de fisioterapia que debes seguir.

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