El concepto de independencia en el contexto de la enfermedad renal crónica hace referencia a la capacidad de un individuo para realizar por sí mismo las actividades de la vida diaria (AVD).
Concretamente, este tipo de independencia se conoce como independencia funcional, y caracteriza a una persona que cuenta con una autonomía física, mental y sensorial. De lo contrario, se trataría de una persona en situación de dependencia.
Existe una escala de independencia funcional (FIM) que permite medir el grado de autonomía a nivel físico, psicológico y social de una persona, y a través la cual también se puede determinar el grado de discapacidad de esta. Se regula mediante una escala de 7 rangos y su evaluación debe ser realizada por una tercera persona.