La hiperfosfatemia es una condición médica caracterizada por una concentración excesiva de fósforo (fosfato sérico) en el torrente sanguíneo.
El rango estándar de fósforo en sangre en una persona adulta suele situarse entre los 2.5 y 4.5 mg/dL. Si se alcanzan niveles superiores a los de este intervalo se considera hiperfosfatemia, mientras que si se encuentran por debajo del mínimo citado se entiende como hipofosfatemia.
El fósforo cumple funciones esenciales en el organismo, como la formación de huesos y dientes o el almacenamiento de la energía. Sin embargo, cantidades elevadas de fósforo en sangre pueden conllevar graves consecuencias como el desarrollo de enfermedades cardiovasculares o patologías óseas metabólicas debido al desequilibrio de minerales en el cuerpo, como sucede con el calcio.
La enfermedad renal crónica (ERC) se presenta como un importante factor de riesgo del padecimiento de hiperfosfatemia, ya que el deterioro de la función renal supone una disminución de la filtración y excreción de fosfato. Por eso, la mayoría de las personas con ERC mantienen una dieta controlada en fósforo, ingieren ciertas vitaminas o reciben medicación de quelantes de fósforo.